La adolescencia es una etapa complicada en la que los jóvenes refuerzan su personalidad y aparecen los conflictos familiares. Cuando los jóvenes se comportan de una manera inadecuada, muchas familias suelen recurrir al castigo.
La palabra «castigo» tiene connotaciones negativas, pero cuando se quebrantan reglas importantes o una conducta es transgresora y queremos cambiarla tenemos que acudir a los castigos. El castigo sobre el que vamos a reflexionar está orientado a quitar o negar algo que le gusta al sujeto; retirar privilegios como consecuencia de esas conductas negativas. Vamos a intentar analizar en qué consiste y cómo se debe realizar el castigo.
1º Los castigos deben partir de principios razonables, es importante reflexionar los castigos y ponerles en relación a la infracción, utilizando el sentido común.
2º El castigo debe de ser merecido, justo y proporcionado a la infracción, a veces se ponen castigos desproporcionados en el tiempo y en el hecho.
3º El castigo no debe de ser un arranque de rabia o explosión, ya que puede producir resentimiento o revancha, y así no tiene efectos positivos en la conducta transgresora.
4º Debe ser esperado y no crear sorpresa en el niño, por ello el niño ha de ser avisado y saber a qué se expone.
5º Calibrar el grado del correctivo, en ocasiones se siente pena y se levanta. Así es mejor no aplicarlo. Es importante que los padres no se desautoricen y aúnen ideas en este tema.
6º Debe de ser inmediato a la infracción, si se aplica después de pasar un tiempo es ineficaz.
7º Cuando ponemos un castigo tenemos que ser consecuentes, no se puede castigar hoy por una conducta y otro día, por la misma conducta, no castigar o tomarla como broma. En estas ocasiones solemos desorientar a los niños más que educarlos, y ellos no entenderán que unos días se castiga por una conducta, otros se ignora y otros días ríen la gracia por la misma acción.
El castigo debe ser una consecuencia inmediata a una infracción, y como tal tiene valor educativo y debe ayudar en el proceso de crecimiento y madurez personal. Si el castigo es utilizado como herramienta de represión y dominio no es educativo y crea resentimiento.