Tengo 47 años y durante más de veinte he tenido una fuerte adicción a la cocaína, en el peor momento de mi vida, cuando uno ya no sabe si quiere seguir viviendo y su familia duda de que otra oportunidad sirva para algo. Entonces, siguiendo las indicaciones de mi médico de la UCA, decidí ponerme en contacto con el Centro de Día de Vinarós, de la Fundación Amigó en Castellón, para empezar la terapia. Esta ha sido mi historia:
Un mes de abstinencia encerrado en mi casa con una medicación pautada y superlativa, y un día y medio ingresado en el Hospital Provincial de Castellón para acabar mi etapa de desintoxicación dieron paso a mi primer y único centro.
Estás allí, por primera vez en un centro de rehabilitación, y no sabes cómo actuar ni que decir, pero ellas, las educadoras te guían desde el primer momento, te hacen ver que, si tú quieres, ellas van a ayudarte a conseguirlo. ¡Cómo vas a pensar que después de tantos años, tantas mentiras y tantos disgustos puedes de verdad superar una adicción tan complicada! Pero ese es el primer paso: querer salir. Este es tu momento y el Centro de Día tu solución, así que como ellas dicen no tenemos nada mejor que hacer que trabajar duro y darlo todo, solo así funciona esto. No hacen terapia las personas que tienen un problema, todos tenemos problemas. Terapia hacen las personas que quieren resolver el problema.
En el grupo de acogida lo peor son las primeras semanas. Cómo expresar en grupo algo de lo que te arrepientes y te avergüenzas, cómo hablar sin tapujos de cosas tan íntimas y desagradables,… pero lo haces, porque la educadora cree en ti, y tú tienes que demostrar que estas aquí para obedecer y cumplir las normas del centro. En mi caso prácticamente no tuve irregularidades que comunicar en toda la terapia, ni tampoco ningún tipo de desliz o recaída, pero si hubiera sido así lo habría contado, porque aquí todo suma, lo importante es ser honesto y decir siempre la verdad. El centro no se debe utilizar como un comodín para que nuestros familiares vean que estamos cumpliendo, eso es un gran error, aquí se aprende a comportarte, a ser una persona ordenada, a evitar los factores de riesgo que nos puedan llevar a una recaída. Lo que se trabaja en terapia luego lo tenemos que poner en práctica en casa, en la calle, en nuestra vida, ellas dictan las pautas y los comportamientos y nosotros tenemos que aprender a realizarlos de la mejor manera. Solo así conseguiremos nuestro objetivo, superar nuestra adicción.
El trato de las educadoras conmigo fue sin duda un factor importantísimo, esa mezcla de seriedad y profesionalidad con cariño respeto y comprensión que tanta falta nos hace, sobretodo al principio, cuando nos sentimos tan solos que cualquier aliento sonrisa o palabra de ánimo nos llenan de esperanza, y ellas lo hacen.
Nos hablan de patología dual, de prevención de recaídas, de factores de riesgo, de autoestima (qué importante y qué difícil recuperarla), abren nuestra mente y nuestro corazón y nos piden una anamnesis exhaustiva para averiguar de dónde vienen y por qué acabamos hundidos en el mundo de las drogas. Estamos en grupo la mayoría del tiempo, pero cada uno tenemos el trato personalizado que necesitamos. Y luego están los familiares, los que te hacen el seguimiento, un contacto regular y visitas al centro para realizar coloquios con nosotros les hace ver con mayor claridad lo que hacemos lo que avanzamos y las dificultades que vamos encontrando en esta terapia.
Otro factor importante para superar la adicción es que a medida que descubres que una vida sana y ordenada te da muchas posibilidades de ser feliz, encuentres aficiones pasatiempos o simplemente sensaciones que te gusten y que llenen ese vacío inmenso que las drogas han dejado en ti. Aquí también se aprende a eso, a tener ilusión por la vida, y las educadoras también lo consiguen.
Cuando cambias a reinserción notas que has dado un paso importante, que una etapa acaba, la más difícil para mi, y se abre otra puede que no tan dura, pero si más peligrosa, aquí el tema económico cobra fuerza, tienes que saber gestionarlo, justificar tus gastos y en definitiva volver a tocar ese dinero que tantos problemas nos trajo en un pasado.
También aprendes habilidades sociales, como comportarte, como llevar una conversación, ser educado y respetuoso con los demás, normas de comportamiento que las drogas habían borrado casi por completo de tu mente.
Y poco a poco esa culpabilidad que te pesaba como una losa va desapareciendo y cada día te respetas un poco más y empieza a gustarte cómo eres. Dicen que el éxito mas grande es la aceptación de uno mismo. Cuando lo consigues la autoestima aumenta y tus prejuicios desaparecen.
Llegas ya a las ultimas semanas y el alta terapéutica esta cada vez más cerca. Son sensaciones contradictorias, por una parte, estás orgulloso de haber conseguido algo muy difícil y el premio a la superación está a punto de producirse, pero Proyecto Amigó ha formado parte de mi vida el último año y se que me va a costar cerrar el círculo y empezara a volar.
Nunca olvidaré cuando mis educadoras me dijeron que voy a conseguir todo lo que me proponga en la vida sea lo que sea, o que soy el sueño de cualquier psicólogo. Ese vínculo profesional y personal también que creamos entre nosotros lo llevaré en mi corazón el resto de mi vida. Para mí, el centro de día fue el centro de vida, y aunque en esto discrepo con ellas, por mucho mérito que pueda tener yo en la superación de mi adicción sin su ayuda, sin su terapia, sin su método nunca lo hubiera conseguido.
Por último, decir que el primer día que ingresé en el centro hice una promesa con mi hermano. Si salía de las drogas y superaba mi adicción haríamos el Camino de Santiago en bicicleta los dos, y hoy puedo decir que empezamos ya a prepararlo, y las camisetas que luciremos con orgullo de aquí a la plaza del Obradoiro llevaran la leyenda: AMIGÓ, ESTE ES EL CAMINO.
A Marga, Mihaela, Gema y en definitiva a Proyecto Amigó, MUCHAS GRACIAS de un valiente que lo fue por vuestra culpa y de un, espero que pronto, voluntario de vuestro proyecto.