Carlos* tiene 17 años y desde hace 9 meses cumple una medida judicial por violencia filio-parental en el Centro de Menores “El Cabanyal”, dependiente de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas de la Generalitat Valenciana y gestionado por Fundación Amigó.
“Llegué aquí porque tenía problemas en la calle y broncas en mi casa, pero sobre todo por enfrentarme a mi madre de malas maneras. Le insultaba y alguna vez llegué a agredirla”, cuenta el joven.
Después de 9 meses de trabajo con el equipo educativo del Centro de Menores, Carlos ha aprendido a controlar sus impulsos y a valorar a su madre. “Me han enseñado a saber cómo reaccionar cuando me pongo nervioso. También me han ayudado a valorar a mi madre y a darme cuenta de que el que me equivocaba era yo”.
Ahora, la relación entre Carlos y su madre ha cambiado y poco a poco está mejorando el vínculo afectivo. “Ahora la relación está muy bien y estamos muy contentos. Lo noto en que cuando me dice algo que yo creo que no tiene razón, me pongo a pensar y me doy cuenta de que sí la tiene y yo estaba equivocado. Antes no pensaba y ahí empezaba todo. Tengo ganas de volver a casa y espero que después todo siga igual que ahora”.