Durante el confinamiento, los y las jóvenes atendidos en el Proyecto Joven (94,4% de las personas jóvenes atendidas consumen cannabis y 5,6% presentan un problema con el juego) continuaron recibiendo el acompañamiento del personal del proyecto gracias al seguimiento telefónico y a la continuación de la intervención socioeducativa y psicoterapéutica mediante videollamadas, ya sean con la familia en conjunto, solo con los padres/madres y/o solo con los/as jóvenes. Desde Fundación Amigó hemos observado que la situación de estas familias que ya estaban siendo atendidas en Proyecto Joven se ha mantenido estable, es decir, no empeoró durante el confinamiento. Sin embargo, recibimos más consultas de lo habitual de nuevas familias que gracias al confinamiento han detectado una adicción en sus hijos/as que no conocían. Las consultas fueron principalmente por adicciones a sustancias tóxicas, pero también observamos una gran preocupación por el aumento del uso de las nuevas tecnologías. De hecho, Proyecto Hombre alertó del aumento de peticiones de tratamiento tras el confinamiento. Esto implica la necesidad de seguir aumentando el número de plazas en recursos de tratamiento de adicciones y mejorando la accesibilidad a dichas plazas, de manera que sean gratuitas para las personas usuarias. Además, las personas con adicciones son especialmente vulnerables, ya lo eran a nivel socioeconómico, y ahora también a nivel sanitario debido al coronavirus.
En Proyecto Joven no solo se tratan adicciones a sustancias tóxicas, sino también al juego y a las nuevas tecnologías. Según el informe realizado por la Universitat de València y la Fundación Mapfre “Detección temprana y prevención de adicciones tecnológicas en adolescentes”: “El 2,5% de los/as jóvenes tiene adicción al juego, el 5% a redes sociales y un 15% hace un uso excesivo. Los expertos advierten de que durante el confinamiento se ha podido incrementar la dependencia y ha bajado la edad de inicio.”
La continuidad de este servicio es fundamental para revertir las adicciones ya identificadas en los/as adolescentes y jóvenes que estábamos atendiendo, y para prevenir la aparición de nuevas adicciones, trabajando particularmente el juego online y las nuevas tecnologías. De hecho, la Fundación de Patología Dual advierte del enorme impacto que el aumento del uso de las NNTT (especialmente videojuegos online en niños/as, adolescentes y jóvenes) durante el confinamiento podrá tener en personas que presenten una patología dual, tanto adultas como jóvenes. En especial en personas jóvenes con patología dual, el riesgo de pasar a tener una adicción en el ámbito de lo online aumenta exponencialmente. Según la Fundación de Patología Dual, el 96% de los casos de adicción al juego, se presentan asociados con otros trastornos mentales. Esto implica que por ejemplo un/a adolescente con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) sea más vulnerable y tenga más probabilidades de terminar desarrollando una adicción.
Necesitaremos más tiempo para observar el impacto que tendrán todos estos aspectos tras el confinamiento y durante la crisis, pero incluso en los casos que no lleguen a presentar adicciones sino solo “abuso” de las NNTT, esperamos un aumento de la vulnerabilidad, lo que a su vez aumenta también el riesgo de desarrollar adicciones a corto y medio plazo. Por ello, desde que comenzó la desescalada, comenzamos a trabajar con la hipótesis de que el fin del confinamiento implicaría un aumento del riesgo de consumo de tóxicos en los perfiles que ya partían de factores de mayor vulnerabilidad.
Cabe destacar que el final del confinamiento ha coincidido con el inicio del verano y de las vacaciones escolares, lo que conlleva un abandono de las rutinas y los horarios fijados que normalmente ayudan a minimizar el riesgo de consumos en la población más joven. Normalmente en verano se observa un aumento de consumo de alcohol, y en esta ocasión hay que sumar a este hecho que durante el confinamiento nos hemos encontrado casos de personas adultas, padres y madres, en los que se ha percibido un aumento del consumo de alcohol y/o medicación supeditados al estrés contextual. Esta situación nos hace preocuparnos por cómo será el retorno al nuevo curso escolar a partir de septiembre, especialmente en aquellos casos de adolescentes y jóvenes que no puedan seguir el ritmo exigido por haber superado el curso escolar durante el confinamiento, a pesar de tener anteriormente varias o muchas asignaturas suspensas. Ante esta situación, prevemos un impacto perjudicial en la autoestima en perfiles que ya por su condición presentan una baja tolerancia a la frustración. Estos dos factores también aumentan el riesgo de consumo de tóxicos. Además, los/as jóvenes que atendemos nos confirman que la tendencia se dirige a fumar menos tabaco por el riesgo de las personas fumadoras ante la enfermedad COVID-19 y a fumar marihuana sin mezclar con tabaco, lo que aumenta la concentración de THC (el principal constituyente psicoactivo del cannabis), conllevando mayor vulnerabilidad a nivel psicopatológico (sintomatología psicótica, ansiedad, etc.) a la vez que mayor tolerancia/dependencia a la sustancia.
Según la encuesta nacional en adicciones (ENA 2017-2024) entre las tendencias se venía ya observando anteriormente a la pandemia de la COVID-19 un ligero aumento de los consumos de riesgo de alcohol y otras sustancias, especialmente en jóvenes, junto a una baja percepción del riesgo, y “normalización” social del consumo lúdico de sustancias (alcohol, cannabis, cocaína, nuevas sustancias psicoactivas…). El consumo en la calle contribuye a ese aspecto de normalización y banalización existiendo factores, tanto regulatorios como sociales, a los que también hay que prestar especial atención durante el periodo de desescalada siendo crucial facilitar a los/as jóvenes y sus familias recursos y estrategias para disminuir los factores de riesgo asociados a conductas adictivas, así como potenciar los factores de protección. De hecho, ya desde el comienzo de la desescalada en España estamos observando especialmente por parte de adolescentes y jóvenes una baja percepción del riesgo de contagio, debido a que el virus y la enfermedad en general conlleva consecuencias más graves en edades avanzadas. La ausencia de miedo, que se podría explicar por aspectos prototípicos de la adolescencia, provoca menor prudencia en las medidas de seguridad tales como el mantenimiento de la distancia social y aumento del consumo de alcohol en los momentos de reencuentros con iguales después de una experiencia tan excepcional como ha sido el confinamiento.
Por todo ello, el apoyo y el acompañamiento que proporciona Proyecto Joven ha sido y sigue siendo clave, especialmente en el momento de incorporarse al nuevo curso escolar y en los siguientes meses, en los que verificaremos qué sustancias serán las más consumidas tras un período en el que por el hecho de no poder salir de casa, han disminuido los consumos de sustancias pero han aumentado las horas empleando nuevas tecnologías y los trastornos mentales, por lo que nos encontraremos con nuevos casos de patología dual, especialmente en adolescentes y jóvenes.
La crisis ha dado lugar a un aumento de conductas de riesgo e incluso adicciones que en muchas ocasiones madres o padres no pueden asumir por diferentes motivos: desconocimiento en el uso de internet y redes sociales, falta de tiempo, incapacidad parental, negligencia, ejercicio negativo de la parentalidad, etc.
Para dar respuesta a esta realidad, nuestros proyectos, y en particular nuestros centros de prevención y tratamiento de abusos y adicciones de sustancias trabajan:
Proyecto Joven cuenta con la colaboración de la Vicepresidencia y Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas de la Generalitat Valenciana, Diputación de Castellón y Ayuntamiento de Peñiscola.