5:55 de la madrugada del 12 de julio, mascarillas puestas, maletas preparadas y con un gran arsenal de gel higienizante; así nos encaminamos a Córdoba Manoli, directora del Hogar Amigó, los educadores Diego y Noelia, y nuestros 8 chavales.
Llegamos sobre las 14:30 de la tarde a Córdoba, tras un largo viaje en el que nuestros zagales vinieron dormidos como angelitos durante casi todo el camino.
El domingo 12 fue un día para relajarse y recuperar fuerzas de cara a la semana tan intensa e interesante que nos estaba esperando. Comimos con un hambre voraz una magnífica ensalada de pasta que con mucho gusto Chelo, la hermana de Manoli, nos había preparado.
Pasamos la tarde en casa de Paco, el hermano de nuestra directora, quien nos acogió con toda la hospitalidad, calidez y gracia de un auténtico cordobés. Su enorme piscina con césped hizo las delicias de nuestros chavales y nos permitió descansar al equipo educativo.
El lunes 13 por la mañana visitamos la ciudad de Córdoba bien temprano, ya que el calor en Córdoba te obliga a adaptarte a él. El barrio de la judería con sus patíos desprende luz y armonía, su Mezquita Catedral única en el mundo te hace viajar a través de la historia y las distintas culturas. Para culminar la mañana, disfrutamos de un paseo en calesa.
Por la tarde volvimos a casa de Paco, quien de nuevo nos recibió con alegría. Tomar un baño en la piscina después de una mañana tan atareada, fue un resurgir para todos y todas.
El martes 14 pasamos el día completo en Aquasierra, un parque con diversas atracciones acuáticas. Resulta complicado explicar la satisfacción que como equipo educativo supone ver la felicidad en el rostro de nuestros chavales. La emoción en sus gestos y en sus palabras, agradeciendo constantemente el haberles llevado allí porque nunca habían experimentado algo similar. Esa noche no hace falta añadir que acabaron agotados y cayeron en sueño profundo.
El miércoles 15 por la mañana visitamos el Palacio de Viana, un enclave único por su solera y sus diversos 13 patios llenos de flores y fuentes de agua fresca.
Después de comer volvimos a casa de Paco a darnos un breve bañito en su piscina, para después subir la adrenalina en las Tirolinas de Río Secreto Aventura. Esta fue otra experiencia a remarcar tanto para menores como educadores, pues resultó una prueba de superación a los miedos y al vértigo de más de uno.
El jueves 16 pasamos la mañana en las ruinas de Medina Azahara “Ciudad Brillante”. Hay que aplaudir y reconocer a nuestros chicos y chica, por su formalidad y saber estar en un lugar donde el calor apretaba y las sombras no abundaban. Fue una oportunidad estupenda para realizar fotografías donde el Califa Abderramán III, a los pies de Sierra Morena, erigió este símbolo de opulencia y de poder.
Manoli y su hermana Chelo nos estaban esperando a la hora de comer con unos magníficos flamenquines que nos habían preparado; un plato auténtico Cordobés. Por la noche cenamos en una terraza y degustamos platos cordobeses, y como colofón a la cena tomamos helados y batidos bien fresquitos. En esta ocasión nos acompañaron Juan y Conchi, dos personas con gran corazón que estuvieron muy presentes en este viaje.
El viernes 17 volvimos de nuevo a Aquasierra a pasar todo el día entre chapoteos y toboganes hasta acabar fulminados.
El sábado 18 fuimos al mercadillo, después visitamos el Alcázar de los Reyes Cristianos por la mañana. Hacia la hora de comer fuimos de nuevo a casa de Paco en un plano relajado, ya que había que reponer fuerzas de cara al viaje de vuelta del día siguiente. Las despedidas siempre son emotivas y en este caso no fue para menos; siempre con sus brazos abiertos, Paco nos ofreció su casa para cuando quisiéramos volver.
El domingo 19 a las 10:00 era momento de salir de viaje. Se nos encogía el corazón a todos al tener que despedirnos de Chelo, porque sin ella y sin Manoli esta experiencia no habría sido posible. Chelo nos abrió las puertas de su casa, nos ofreció todo lo que tenía para que nos sintiéramos como en la nuestra propia. Incluso proporcionó a nuestros chavales la oportunidad de dormir bajo las estrellas. Su calidez humana y sensibilidad son admirables, y no dejan a nadie indiferente.
Al ir atravesando la península y ver los cambios en el paisaje, se iba haciendo cada vez más evidente que volvíamos a nuestra realidad habitual. Se mezclaban los recuerdos de esos días con las canciones que nos habían estado acompañando durante toda la semana y que quedarán siempre grabados en nuestra memoria.
Ha resultado una semana en la que vivir y convivir; compartir y descubrir; conocer a nuestros chicos en otra realidad y que ellos nos conozcan a nosotros. Todo ello te conecta con ellos y con tus compañeros de faena. Supone un gran esfuerzo personal y de equipo, pero el resultado es tan satisfactorio y revierte tan positivamente en nuestra labor, que merece la pena repetir una y un millón de veces. La sinergia que ha surgido no se puede explicar, tan solo hay que vivirla.
Equipo educativo de Hogar Amigó