Cuando reflexionamos sobre educación, nos damos cuenta de la dificultad de afrontar esta tarea imprescindible en la sociedad. Un estudio publicado por la Fundación Santa María señala que un 67% de los jóvenes dicen tener interés en ser educados en valores, y el 32% manifiesta un interés medio. Steven Miles dice que “si los jóvenes son valorados como algo en la sociedad actual, ese valor reside en el papel como consumidores”. Con esta expresión nos vienes a la cabeza las campañas publicitarias, el marketing, donde nos venden productos para consumir y los programas de televisión o revistas donde nos publicitan las infidelidades etc., y nos preguntamos ¿qué sociedad estamos creando?, los jóvenes nos están pidiendo educación en valores, pero ¿cuánta publicidad hacemos de los valores?.
Otro dato impactante que llama la atención y nos ayuda a reflexionar es el indicador de la confianza en los demás: nuestros/as jóvenes presentan una desconfianza del 56%.
Después de ofrecer unas pinceladas de valores, consumismo y confianza, nos vamos a introducir en el aprendizaje de los valores morales, prioritarios en la educación que nunca deben de olvidarse, porque con ellos ayudamos a los niños/as, futuros hombres y mujeres a crecer con personalidades equilibradas, con actitudes acordes a la dignidad humana.
Los valores como la justicia, el amor, la paz, la lealtad, la honradez, la disciplina, la solidaridad, el respeto a las personas, a la naturaleza, y todos aquellas que humanizan la vida, que dan categoría a la persona; favorecen la convivencia, el respeto a la vida y a las personas, allanando las diferencias que podamos tener entre los seres humanos. Todos ellos deben de ser enseñados por los padres, madres, educadores/as, profesores/as, en general por la sociedad. Más que consumo debemos ofrecer valores.
Los valores tenemos que enseñarlos repetidas veces, con pocas no es bastante para que queden grabados y sean interiorizados por los niños y niñas. Todos somos conscientes de que existen fuerzas que van en sentido distinto a este tipo de educación.
Cuando los valores no se transmiten con cierta frecuencia, tienden a olvidarse, por ello tenemos que hacer propaganda y publicidad de los mismos, hablar de ellos frecuentemente y trasmitirlos con el ejemplo principalmente de las personas adultas. Las ideas para que se cicatricen en la mente deben de ser repetidas con cierta constancia. La enseñanza de los valores nos corresponde a todos y todas, y una manera eficaz es, con el ejemplo y con las palabras.
Esta enseñanza en valores es un aprendizaje histórico, de antes, de ahora y de después, que ha servido y servirá de freno a nuestras limitaciones, egoísmos, violencia, problemas convivenciales, sociales etc. Para finalizar este artículo,queremos afirmar que el sentido a la vida lo encontraremos si nos introducimos en este apasionante mundo de los valores, ellos son los generadores de una vida más digna y humana.