Me llamo Denisa Butnariu, recién graduada en Psicología. Realicé las prácticas curriculares en la Fundación Amigó participando en el proyecto Conviviendo. Este proyecto consiste en ofrecer un servicio de orientación psicoeducativa ante el conflicto familiar, centrándose sobre todo en jóvenes y niños/as que ejercen algún tipo de violencia hacia sus progenitores, tanto física como psicológica y abordando otro tipo de conflictos familiares en los que la violencia no es explicita. He podido ver de cerca en varios casos la manera de trabajar interprofesionalmente, adaptándose a las peculiaridades de cada familia.
La violencia está más presente de lo que suponemos y esperamos; muchas veces hay que aclarar este término, ya que según la edad, cultura, nivel socioeducativo, el ambiente de las personas, se define con connotaciones diferentes.
En muchas ocasiones nos hemos encontrado con menores violentos siendo éste un comportamiento aprendido y como tal susceptible de ser modificado, algunas veces influye alguna patología o bien varios factores como los contextuales, de personalidad, etc.
No se puede empezar la casa por el tejado, por tanto la mayoría de las veces hay que trabajar con los miembros de la familia en su conjunto. Para ello, además de las sesiones familiares e individuales se ha realizado un taller para los padres y las madres usuarias del proyecto llamado “Escuela de padres y madres” en el que se tratan inquietudes comunes, dotándoles de estrategias y pautas para la educación de sus hijos y para los menores se realizan dos talleres según la edad de los usuarios enfocados a distintas necesidades.
Quizá lo que más sorprenda es la discrepancia del punto de vista de los distintos involucrados en el conflicto; a menudo los hijos infraestiman el nivel de violencia ejercido y lo legitimizan. Los progenitores, por otro lado tienden a infravalorar los avances que dan sus hijos y sus esfuerzos por mejorar la situación de partida, dejándose influir más por las situaciones conflictivas.
Tenemos que esforzarnos en no caer en el sesgo de veracidad es decir, creer ciegamente todo lo que nos cuentan. Siempre hay que contrastar en la medida de lo posible la información que se proporciona; ¡cuidado! eso no significa que no se confíe en la persona, sino que cada cual interpreta la realidad de una manera distinta y es el punto intermedio consensuado el que se tiene que tener en cuenta.
Tal como he comentado antes, cada unidad familiar es diferente. Hay personas capaces de ser totalmente funcionales en sociedad, lejos de ser percibidos violentos, pero todo lo contrario con sus allegados más cercanos; en el extremo contrario están los individuos con un nivel alto de agresividad generalizada sin estrategias para controlar la ira. Los factores que influyen en el origen y mantenimiento de la agresividad y violencia son múltiples, aunque en numerosas ocasiones tiene que ver con la educación proporcionada en la infancia y los modelos de comportamiento presentes a lo largo de la juventud y sobre todo en la adolescencia.
He podido comprobar que la voluntad y motivación por parte de los usuarios de mejorar la relación familiar y la ayuda que proporcionan las profesionales son las claves principales para la solución satisfactoria de los conflictos.
A través de esta experiencia he aprendido a emplear conocimientos teóricos, conocer los distintos perfiles con los que nos podemos encontrar, comprobar lo útil y necesario que es el tratamiento individualizado, en definitiva me ha dado la oportunidad de acercarme más al mundo real. También me ha supuesto un crecimiento personal, siendo capaz de realizar una autocritica y autoevaluación de mis capacidades y limitaciones.
He de agradecer a la psicóloga del proyecto y mi tutora, Irene Gallego, la posibilidad de haber realizado las prácticas con ella, así como la buena acogida y apoyo ofrecido por todas las profesionales del proyecto pudiendo en ocasiones asistir a talleres impartidos por las mismas y generalizando mi aprendizaje a más áreas además de la psicología.