¿Es posible intervenir educativamente desde una medida judicial con los/as jóvenes que manifiestan violencia dentro de su núcleo familiar? La respuesta es sí y es gracias a la medida de convivencia en grupo educativo. Esta medida abierta, no privativa de libertad, nos permite intervenir, desde un recurso residencial especializado, en todos los aspectos transversales que participan en la educación de los jóvenes.
Es imprescindible, una vez impuesta la medida, un primer parón que ayude a ubicarse al joven para que sea consciente de la seriedad que conlleva que le hayan impuesto dicha medida. Es necesario que reflexione sobre qué es lo que le ha llevado hasta este punto, que se responsabilice de sus actos y que sepa lo que tiene que cambiar y se vea motivado para hacerlo. Es fundamental el aprendizaje diario de normas y rutinas dentro de una convivencia con mas personas, donde se establezcan límites y aprenda a corregir errores superando la frustración. En todo momento hay que hacer partícipe al/a la joven en su proceso de cambio desde la motivación y la asunción de responsabilidades y consecuencias de los actos.
Del mismo modo, esta medida nos permite trabajar en interacción con la familia haciéndola participe de dicho proceso de cambio, siendo importante restablecer vínculos afectivos que permitan la convivencia, mejorar la comunicación y a su vez corregir los errores en las pautas educativas que se han producido en la crianza del adolescente. Este trabajo no es fácil ya que supone un parón inicial en la relación familiar que nos ayuda a analizar que está pasando, para luego marcar pautas educativas, con el objetivo mejorar dicha convivencia. La observación continua del proceso de cambio es fundamental para ir puliendo, dentro de la duración de la medida, las aristas que nos vamos encontrando.
También nos permite supervisar y orientar el plan formativo o laboral del chico/a. Esto es esencial y debe ir a la par con el trabajo que se realiza con la familia ya que es importante transmitir e inculcar en el/la joven la necesidad formativa o laboral de cara a un futuro profesional.
¿Y una vez acaba la medida qué? Es importante que durante un periodo de tiempo exista un acompañamiento profesional en el momento del retorno del joven a su entorno, que nos lleve a consolidar el cambio efectuado por el/la chico/a. Para todo esto es necesario que sean acordes las necesidades de intervención con los recursos destinados para la misma, tanto en un contexto residencial como fuera de él. Si esto es así, el pronóstico de la mayoría de casos trabajados es positivo y se consiguen los objetivos planteados al inicio de la intervención, siendo un trabajo difícil pero reconfortante con la obtención de buenos resultados y haciendo que la familia se implique y participe en el proceso de cambio de las chicas y chicos.
Miguel Ángel Cebrián Pazos.
Director Grupo Convivencia Educativa Cabanyal, dependiente de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas de la Generalitat Valenciana y gestionado por Fundación Amigó.