El pasado sábado 25 de octubre, la Familia Amigoniana de la zona norte se congregó en Portugalete para vivir una celebración que reflejó, en su sencillez, la esencia misma del carisma de Luis Amigó. La jornada estuvo centrada alrededor de la eucaristía para renovar la fe y una comida fraterna para fortalecer los lazos de comunidad.
El encuentro comenzó en la capilla del colegio del Carmen, un lugar íntimo y acogedor donde se reunieron religiosos, laicos y colaboradores amigonianos de Euskadi, Cantabria y Navarra. Agradecer a las Hermanas de la Caridad de Santa Ana el acogedor recibimiento que nos hicieron prestando las instalaciones de dicha capilla. La misa no fue solo una ceremonia, sino un momento de profunda comunión, donde las voces se unieron en oración para dar gracias por el don del carisma amigoniano, bajo la protección de la Virgen María, Madre de los Dolores y la figura de Luis Amigó, fundador de los Religiosos Terciarios Capuchinos y de las Religiosas Terciarias Capuchinas. Tras la eucaristía la celebración se trasladó a una mesa en familia. La comida no fue un simple banquete, sino una extensión de la Eucaristía, un espacio donde la fraternidad se manifestó en su forma más genuina. Entre risas, conversaciones y anécdotas, los asistentes compartieron experiencias y sueños venideros que les unen como Familia Amigoniana. Fue un momento para fortalecer los lazos personales, para mirarse a los ojos y para recordar que, más allá de los proyectos y las instituciones, la obra Amigoniana se sostiene sobre la calidez de las relaciones humanas.
El encuentro en Portugalete, con su formato sencillo y familiar, demostró que la fuerza del carisma de la Amigonianidad reside en la cercanía y en el compromiso diario. Al finalizar la comida, cada persona regresó a su hogar con el espíritu renovado y el corazón lleno, llevando consigo el recuerdo de una jornada que, a través de la misa y la mesa, revitalizó la misión de ser peregrinos y testigos de esperanza en la zona norte.