Elena tiene tres hijos adolescentes y vive en su familia una situación insostenible. Sus hijos no son capaces de aceptar las normas y límites, de manera frecuente se dan discusiones e incluso ha recibido insultos y agresiones físicas por parte de ellos. Después de visitar otros recursos, Elena decidió hace dos meses pedir ayuda al Proyecto Conviviendo de la Fundación Amigó para conseguir retomar el vínculo afectivo con sus hijos y poder salir adelante.
“Era una situación totalmente insoportable. Las niñas sacaban malas notas en el colegio, no aceptaban mis normas y las discusiones, insultos y agresiones eran frecuentes en casa. Me encontré en una situación de absoluta perdida y no sabía qué hacer para que ellas reaccionaran. Mi casa se convirtió en una bomba de relojería, por lo que pedí ayuda a la Fundación Amigó para intentar solucionar todos estos problemas”.
Elena señala que esta situación se ha debido a varios factores, como vivir en una familia desestructurada y que sus hijos tienen un carácter muy fuerte. “Había pasado por otros recursos y no había servido de nada por lo que no venía muy ilusionada, pero para mí el Proyecto Conviviendo ha sido como una salvación. Me dan fuerza y me hacen ver las cosas de otra forma para no enfrentarme con ellos”.
Ahora, Elena y sus hijos realizan dinámicas de grupo y terapias individuales con los profesionales de la Fundación Amigó. “Por una parte me ven a mí de manera individual para que aprenda a afrontar las situaciones. He aprendido a callarme algunas cosas en el momento y luego transmitirlas a la Fundación Amigó para que ellos me ayuden a gestionar el problema. Además, con las niñas se trabaja a veces de manera conjunta y otras por separado, y las educadoras hacen visitas domiciliarias a mi hijo”.
Aunque la situación de Elena requiere de mucho tiempo de intervención, tan sólo dos meses después de recurrir al Proyecto Conviviendo se notan los avances. “Aunque llevamos poco tiempo, porque la situación es muy delicada, poco a poco veo los resultados. Mis hijas ya estudian más, de vez en cuando recogen su habitación y ya no llegamos a tener las discusiones como antes. El hecho de que mis hijos quieran venir aquí, supone que ellos aceptan la ayuda, por lo que veo que poco a poco van aceptando las normas y límites”.
Elena también ha apuntado que “los adolescentes intentan conseguir lo que quieren por agotamiento psicológico y si nosotros cedemos una vez, ellos saben perfectamente que siempre lo haremos. Decir el primer no y mantenerlo es muy difícil y cuesta mucho, pero es necesario porque después aceptarán la autoridad”.
Si tu hijo o hija tiene entre 10 y 18 años y necesitas ayuda puedes contactar con nuestros profesionales a través del correo electrónico conviviendo@fundacionamigo.org o en el teléfono 914 614 580.
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