La falta de acceso al mercado laboral por parte de la juventud y la precariedad laboral en el caso de aquellos/as jóvenes que sí logran comenzar a trabajar, se agudizará en la actual crisis provocada por la pandemia y, si no logramos revertir la tendencia hacia la exclusión y la precariedad, las consecuencias para la sociedad española serán duraderas. En España, según el informe del Relator Especial sobre la extrema pobreza y los derechos humanos, del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, tras su visita a España entre enero y febrero de 2020, contamos con una tasa de desempleo del 13,78 %, que representa más del doble del promedio de la Unión Europea, y la situación de la población joven es particularmente dramática, puesto que el porcentaje de las personas menores de 25 años que no tienen empleo alcanza el 30,51 %.
Según el Observatorio Social de la Caixa, los hogares con personas de 18 a 29 años presentan peores indicadores de necesidades sociales por dimensiones del bienestar. En 2018, el 27,2% del total de los hogares en España declaraba llegar a fin de mes con dificultad o mucha dificultad, mientras que este porcentaje aumenta a 31,6% en los hogares con jóvenes. Lo mismo sucede con el indicador de pobreza consistente. El 8,7% del total de los hogares sufren de forma simultánea riesgo de pobreza monetaria y privación material, pero en el caso de hogares con jóvenes el dato aumenta hasta el 11,4%. Esta tendencia de aumento de la vulnerabilidad, la pobreza y por ende el riesgo de exclusión social en los hogares con jóvenes se confirma en el resto de indicadores, tales como inestabilidad en el empleo, pobreza laboral, sobrecarga en gastos destinados a la vivienda, etc.
Sumando a estas dificultades, el hecho de que la edad media de emancipación de los/as jóvenes en España es 29 años, nos encontramos con dos panoramas:
Este último perfil de jóvenes, sin apoyo familiar ni ningún otro tipo de ayuda, es el que atendemos en nuestro Proyecto de Acompañamiento a la Emancipación. Se trata de jóvenes, tanto españoles como extranjeros migrantes, que han tenido que salir del centro de acogida en el que se encontraban por cumplir la mayoría de edad, o que se encuentran ya en situación de calle u otras situaciones peligrosas para ellos/as.
Antes de la crisis producida por la pandemia de COVID-19, el nº de plazas disponibles en los pisos de emancipación para jóvenes extutelados/as en la Comunidad de Madrid ya era insuficiente para el nº de jóvenes que al cumplir los 18 años se encuentran sin ningún tipo de apoyo familiar ni posibilidad de emancipación, por lo que en la actualidad esta necesidad se verá incrementada al sumarse a la falta de plazas los nuevos casos que, excepcionalmente se han mantenido en los centros de acogimiento residencial de niños, niñas y adolescentes más tiempo tras la mayoría de edad.
En el caso de la Comunidad Valenciana, la tasa de paro entre las personas menores de 25 años es de 48,3%, lo que supone un factor que imposibilita la emancipación de estos/as jóvenes. En cuanto a recursos de apoyo como hogares de emancipación, en el año 2015 entre las tres provincias valencianas contaban con 13 centros, lo que suponía contar con 62 plazas para jóvenes extutelados/as, es decir, procedentes de centros de acogida de niños, niñas y adolescentes. En 2018 este tipo de recursos aumentó a 20 centros y por tanto a un total de 101 plazas. Además la Generalitat Valenciana llegó a anunciar un incremento posterior del 40% en el número de plazas para dar la respuesta necesaria a este colectivo, lo que pone en evidencia la creciente necesidad y el esfuerzo de las CCAA de ejecutar lo previsto en la Ley 26/2015, de 28 de julio, de modificación del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia. En su artículo 11.4 indica que “Las Entidades Públicas dispondrán de programas y recursos destinados al apoyo y orientación de quienes, estando en acogimiento, alcancen la mayoría de edad y queden fuera del sistema de protección, con especial atención a los que presentan discapacidad.”
Sin embargo, aún faltan plazas en recursos de emancipación para poder apoyar a todos/as los/as jóvenes que lo necesitan en su proceso de emancipación, por lo que a largo plazo esperamos un aumento de solicitudes de jóvenes extutelados que acaban de cumplir los 18 años, y desgraciadamente prevemos también un aumento de jóvenes en grave riesgo de exclusión social o incluso en situación de sinhogarismo.
Desde la Plataforma de Infancia de España, de la que Fundación Amigó forma parte, participando en su Grupo de Trabajo de Protección de la Infancia y la Adolescencia, proponemos en la publicación “COVID-19: 100 medidas para la infancia” ampliar de urgencia el número de plazas en el Programa de Autonomía para los jóvenes de 18 a 21 años. Los recursos de emancipación son una herramienta clave ya que estos jóvenes pueden finalizar su formación para acceder al mercado laboral, solo si tienen las necesidades básicas cubiertas de alojamiento, alimentación e higiene y salud.
En cuanto a jóvenes extranjeros/as, desde finales de 2015, la llegada a España de estos/as jóvenes sin referentes familiares no ha parado de incrementarse. Si en 2012 eran 3.261 los jóvenes extranjeros/as (principalmente chicos) tutelados/as por la administración en España por debajo de los 18 años, a finales de 2017 ya eran 5.787. En las entidades de la FEPA (Federación de Entidades con Proyectos y Pisos Asistidos), de la que Fundación Amigó forma parte, se incrementó significativamente en 2018 la proporción de jóvenes de origen extranjero, que representan el 67% del total de la juventud atendida en los pisos de emancipación de las entidades de la federación.
Entre los/as jóvenes que en estos momentos se encuentran en nuestros pisos de emancipación, hemos observado una gran resiliencia durante el confinamiento al sentirse seguros y protegidos, ya que el equipo educativo siempre ha estado en contacto con ellos con el fin de tranquilizarlos y mostrarles normalidad en el funcionamiento de los pisos. El seguimiento de su salud física y emocional ha sido exhaustiva. A pesar de ello, al comienzo de la desescalada observamos muchos cambios a nivel emocional, que necesitaron y siguen necesitando en la actualidad acompañamiento por parte del equipo educativo del proyecto. Afloraron preocupación, ansiedad, frustración por la situación de incertidumbre en sus proyectos de vida, debido a que todos sus procesos se han paralizado (pérdida de empleo, búsqueda de empleo o prácticas, gestiones burocráticas para lograr sus permisos de residencia y trabajo, etc.). Si no fuera por el entorno de protección que supone el Proyecto de Acompañamiento a la Emancipación, y de maneras más concreta, los pisos de emancipación, estos/as jóvenes en situación de gran vulnerabilidad, se encontrarían ahora con esta nueva crisis económica post-COVID19 en una gravísima situación de penuria si no estuvieran alojados en este tipo de recursos.
Nuestro propósito es contribuir a que jóvenes extutelados/as, en riesgo de exclusión social o en situación de gran vulnerabilidad, alcancen un nivel de inserción social y laboral que les permita una autonomía plena y, por tanto, su emancipación. Para lograrlo:
■ Fomentamos en los/as jóvenes capacidades personales y actitudes sociales que apoyen su autonomía y madurez personal.
■ Favorecemos la integración y participación social de los/as jóvenes en su entorno comunitario.
■ Facilitamos que los/as jóvenes completen algún tipo de formación académica.
■ Apoyamos la inserción en el mercado laboral de los/as jóvenes atendidos/as.