Aitor Pereda, educador en Hogar Amigo:
Del 10 al 16 de julio, en el Hogar Amigó hemos podido realizar un intercambio en Francia. Pero este viaje comienza mucho antes de la fecha señalada, concretamente meses antes. Durante muchas semanas, todos los miércoles y sábados, en el Hogar se han impartido por parte de una voluntaria clases de francés básico. Estas clases han sido muy bien acogidas por los/as chicos/as, no ha sido raro escucharles pronunciar las palabras que les hacían gracia o el vocabulario que esa semana habían aprendido. Se notaba la ilusión que les hacia conocer otra realidad, salir del país por primera vez, conocer otros jóvenes de las mismas edades, la gastronomía, las costumbres…
A todo esto, hay que sumar la labor del equipo educativo a la hora planificar el viaje, contribuir con corcheras semanales añadiendo información de la región a visitar, de la distancia a recorrer… hablando sobre el tema en las horas de familia…todo ha contribuido a alimentar esas ganas. En definitiva, se ha convertido en un viaje muy esperado por los/as menores, vivido como una recompensa a un año escolar que ha finalizado y que en la mayoría de los casos ha conllevado esfuerzos y mucho trabajo.
A medida que se acercaba la fecha se podían notar ciertos nervios, mucha ilusión y algo de incertidumbre por como se desarrollaría la aventura. Por fin, es lunes 10 de Julio y son las 7 de la mañana, lo que durante el año a esas horas son caras de sueño y pereza, se convierten en miradas de ilusión y nerviosismo. El viaje se hace ameno, no es una distancia excesivamente larga, tenemos el aliciente de pasar la frontera y descubrir los primeros paisajes de este país, cercano a nosotros y desconocido por parte de la mayoría. Llegamos a la hora de comer, algo mas tarde de lo previsto fruto de algún mal entendido con el GPS.
Desde ese mismo instante conocemos al grupo de chavales y educadores/as que serán nuestros compañeros/as la siguiente semana. Todo facilidades. Tanto Linda, la directora, acompañada de su equipo, y los/as chicos/as, se prestan en todo momento a ayudar y a solventar cualquier duda o contratiempo que tengamos.
El idioma no se vive como una barrera, mediante gestos, risas y colaboración todos nos entendemos sin problemas. Entre los/as menores se crea un vinculo muy especial desde el primer momento. Nos encontramos un grupo de jóvenes muy cariñosos, muy majos. Minutos después de la llegada ya hay partidos de ping-pong en marcha, duelos al futbolín y torneos de petanca. Desde el principio nos hacen sentir como en casa, cuentan con nosotros/as para todo y nos hace muy fácil la estancia.
A medida que compartimos horas en común, nos damos cuenta de todo lo que nos une y también de lo que nos diferencia, bien sea en la forma de educar o simples detalles de la vida cotidiana.
Durante nuestro viaje pudimos conocer la ciudad de Burdeos, el Faro de Cordouan, la playa de Le Pin Sec, diferentes chateaus, el Lago de Le Pouyalet, St. Estephens y la Duna de Pilat.
No es la primera vez que tengo la fortuna de realizar un viaje de este tipo con los/as menores del Hogar. Considero que es una oportunidad inmejorable de conocernos mas, tanto entre los propios profesionales como los profesionales con los/as menores. Es una buena oportunidad para ver a cada menor desenvolverse fuera de su entorno habitual, fuera de su zona de confort. Es una ocasión para darnos cuenta de las diferencias a la hora de desarrollar nuestra labor educativa, siempre con el bienestar de los niños/as como objetivo, pero con diferentes metodologías. Una oportunidad para estrechar lazos con otra Fundación, establecer vínculos de cara al futuro y compartir experiencias enriquecedoras para nuestra labor. Por todo lo descrito, me siento muy feliz por que se me haya dado la oportunidad de realizar este viaje. Lo vivido y lo que nos llevamos nos tiene que animar a tratar de organizar una semana como esta una vez al año, lo que aporta a los chavales es impagable.
Niños/niñas y adolescentes del Hogar Amigó:
El viaje de ida se nos hizo largo ya que no pudimos dormir nada de los nervios que teníamos. Llegamos allí y fuimos bien recibidos por los niños/as y educadores que habitan en el hogar. Nos presentamos como pudimos ya que era difícil comunicarse. Después de un rato todo fluía mejor y nos juntamos para jugar con ellos/as y conocernos; hasta que llegó la hora de ducharnos y de cenar.
Al día siguiente fuimos a Bordeaux de tour, subimos a una torre desde la que se veía toda la ciudad. Visitamos varias tiendas de souvenirs para comprar regalos y más tarde entramos a una catedral. Seguido fuimos a la plaza de los espejos donde nos empapamos con el agua de una fuente mientras nos sacaban fotos con la cámara. Al secarnos fuimos hasta la furgoneta y pusimos rumbo a casa para preparar la cena.
El miércoles navegamos en barco donde alguno se mareó, hasta llegar al gran faro de Cordouan y verlo por dentro. ¡Vimos una estrella de mar! Llegamos y un chico que trabajaba allí nos explicó un poco para qué servía y quien vivía antiguamente allí. ¡Tuvimos que salir de allí antes de que la marea subiera sino… nos quedábamos aislados! Esa misma noche nos invitaron a una barbacoa y cenamos chuletas, chorizo y ensalada. Acabamos agotados, además nos picaron los mosquitos a todos/as.
El jueves fue día libre, por lo cual tuvimos tiempo de ir al “InterMarché” (un supermercado) y comprar comida y cosas para nuestra familia; por la tarde visitamos Chateaus (castillos y mansiones) y vimos cómo se hace el vino y cómo lo catalogan. Por la noche fuimos a la playa de Pin Sec a ver los fuegos artificiales, las vistas eran alucinantes.
El viernes por la mañana fuimos al pueblo de Paulliac, nos sacamos fotos y probamos ostras frescas. Por la tarde fuimos a un lago a bañarnos y lo pasamos genial de verdad.
El sábado por la mañana volvimos a Paulliac a un mercadillo y por la tarde repetimos ir al lago. Este día alquilamos unos pedales y fue ¡increíble! Por la noche nos invitaron a cenar pato a la brasa y patatas asadas. Algunos de nosotros/as no habíamos probado el pato pero resultó estar buenísimo. Al acabar la cena tuvimos que despedirnos de los/as niños/as y los educadores. Fue un momento especial y emotivo. Nos daba pena irnos, queríamos quedarnos más tiempo.
El domingo por la mañana nos pusimos de camino a casa y paramos en la Duna de Pilat (que es la más grande de Europa). Nos hicimos un montón de fotos porque es un sitio paradisíaco; incluso nos atrevimos a bajar corriendo. Comimos allí y cogimos rumbo a casa.
En este increíble viaje hemos aprendido varias cosas: estar más unidos/as entre nosotros/as, sentirnos una familia, estar más relajados, convivir con más gente y aprender de ellos/as, tratar con niños/as pequeños/as, culturas nuevas, alguna palabra en francés y a que no hace falta hablar para que dos personas se entiendan. Estamos todos de acuerdo que es un viaje inolvidable y que la gente que hemos conocido son espectaculares. Nos gustaría repetir.