Desde sus inicios, en la Casa de los Muchachos se realizan asambleas participativas compuestas por todos/as los chicos/as y los/as educadores/as del centro. Llegó un momento en el que los/as jóvenes se dieron cuenta de que necesitaban un lugar para resolver los conflictos que surgían entre ellos/as, pero ya estaban preparados para hacerlo de manera autónoma, sin la ayuda de un/a educador/a.
Así, nació en 2014 el liaderu, un rincón en la Casa de los Muchachos para que todos/as ellos/as puedan pensar, dialogar y reflexionar sobre los diferentes conflictos que pueden surgir en la convivencia.
En el liaderu hay unas normas. Es esencial que primero los/as chicos/as piensen en cómo se sienten, lo digan abiertamente y que las dos partes saquen el lado positivo del hecho al que se enfrentan. Además, siempre se señala que no hay que juzgar al otro y, por supuesto, no se puede usar la violencia ni verbal ni física.
“Los/as chicos/as tienen que tener una base en cuanto a resolución de conflictos para ir al liaderu. Tienen que estar preparados, pero es muy importante que les echemos una mano, les demos las herramientas y les acompañemos para que lo puedan utilizar con autonomía”, ha señalado Eneida Cabo, coordinadora de la Casa de los Muchachos.