La educación de los/as hijos/as es un viaje en el que nadie nace sabiendo cómo ser un buen padre o una buena madre. Qué complicado parece todo cuando, además, existe una importante implicación emocional. Por eso, como en cualquier viaje, yo siempre llevo algunas pautas que pueden ayudarnos a enfrentarnos a diferentes situaciones con nuestros hijos/as:
Siempre que me enfrento a un conflicto, tengo que preguntar sobre ‘MI’: ¿cómo me siento?, ¿cuál es mi estado de ánimo? Pararme a pensar si estoy triste, orgulloso o enfadado, me puede ayudar a plantear el diálogo de una manera diferente y saber si el momento es el adecuado para hacerlo.
Y es que la M, el Momento, es otra de las claves importantes. Procurar ser asertivo con los sentimientos de quien va a recibir la información. Aunque el mensaje sea el mismo, no se transmite igual si las condiciones no son las óptimas. No es lo mismo hablar con mi hijo/a nada más entre por la puerta de casa, sin saber cómo le ha ido el día o si ha tenido algún problema, que esperar para conocer si va a estar receptivo a lo que le tengo que decir.
Igual de relevante que el momento, es el Lugar, la ‘L’, elegir bien el emplazamiento para tener una conversación. Siempre hay que buscar un sitio tranquilo, alejado de distracciones, sin ruido que haga interferencias en el mensaje que queremos transmitir. Si hablamos, por ejemplo, con nuestro hijo/a, en la calle, delante de todos sus amigos, es muy probable que parte de ese mensaje se pierda o no llegue igual que si lo transmitimos en el salón de casa, con la televisión apagada y en un ambiente más tranquilo.
Una vez que tenemos el momento y el lugar, es importante determinar la ‘T’ cuánto Tiempo vamos a emplear en la conversación. Cuando me siento a hablar, previamente ya he tenido que pensar en lo que quiero decir y comunicar. Un mensaje no es más efectivo porque dure más tiempo. Al contrario, tiene que ser claro, sencillo y directo. Ha de haber un tiempo para hablar, pero también otro para escuchar, escuchar de manera activa, ya que, si falta alguna de estas dos partes, no existe diálogo.
De las conversaciones que tengamos, se derivarán unas Consecuencias, la ‘C’, que pueden ser positivas o negativas (premios o castigo). Tienen que ser proporcionales tanto en un caso como en el otro y evitar que transcurra mucho tiempo entre la conducta que queremos premiar o castigar y sus consecuencias, que no siempre han de ser materiales. A veces un «Te quiero» o un «Estoy orgulloso de ti» pueden ser la mejor forma de dar por terminada una conversación.
Un equipaje en el que siempre hay que llevar lo básico, y que hay que completar en función de lo que se vaya a necesitar en cada viaje. Porque para saber qué falta y qué nos sobra en la maleta, hay que haber viajado mucho.
Que buenas pautas, verdaderamente sencillas y aleccionadoras, muchas gracias, se que a cualquier Papá o Educador nos sirven mucho, porque aunque parezcan obvias, nada más complejo que iniciar una conversación con un chico, si no tenemos la claridad que brinda la comunicación asertiva, que en definitiva, veo que es lo que propone quien nos da estas indicaciones, muchas gracias.