Resulta muy complicado expresar en unas cuantas líneas todo lo que han supuesto estos nueve años para todas las personas que hemos formado y seguimos formando parte de este proyecto. Podríamos resumirlo todo hablando de números o estadísticas, pero sería muy frío y no pega con nosotros. Esta experiencia va mucho más allá de todo eso. Queremos hablar de personas: mayores y pequeños, grandes y bajitos, educadores y niños, lo mismo da, porque, al fin y al cabo, la huella que todos dejamos en este pisito de San Gabriel, Alicante, es lo que le ha dado sentido e identidad con el paso de los años.
Aquí hemos celebrado cumpleaños, bautizos, bodas y comuniones, hemos compuesto canciones e inventado juegos, organizado concursos y excursiones increíbles, vivido intensamente partidos de futbol, cabalgatas de disfraces y festivales del cole. Hemos llorado, reído a carcajadas, discutido y reconciliado, enseñado y aprendido. Hemos vivido intensas bienvenidas y despedidas. También ha habido grandes crisis de las que han surgido grandes lecciones de vid. Todo esto y más, intentando ser fieles siempre a la marca que nos identifica, la cotidianeidad, y bajo el arropo del sentimiento y quehacer pedagógico del que tan orgullosos nos sentimos, el amigoniano.
Hace nueve años no nos imaginábamos la riqueza humana que podían llegar a almacenar las paredes de esta, nuestra casa; también es cierto que hace nueve años estas paredes estaban blancas, sin historia, y poco a poco se les ha ido dando color, y no nos estamos refiriendo a huellas de manitas y manchas de rotulador, que también tienen su importancia, sino a las vivencias que hemos aportado y seguimos haciéndolo cada uno de nosotros, especialmente ellos, l@s niñ@s, que son el motor de esta gran familia que, esperamos, continúe siéndolo mientras el tiempo nos lo permita y ellos lo necesiten. Porque ellos son la principal razón de ser del CAM San Gabriel.