Desde el Tercer Sector advertimos de la necesidad de ampliar los servicios de protección de las familias. Y es que además de la necesidad asistencial que tienen algunas familias en cuanto a suministros básicos, transferencia de efectivo, entrega directa de alimentos o materiales educativos, las familias nos contactan con la necesidad de acceso a los servicios de salud mental y apoyo psicosocial. En el caso de tratarse de una problemática de salud mental, las derivamos a los recursos públicos correspondientes, pero en el caso de apoyo psicosocial, sí podemos atenderlas en alguno de nuestros ocho Proyectos Conviviendo, los cuales proporcionan de manera gratuita acompañamiento e intervención socioeducativa y psicoterapéutica a familias, especialmente en situación de vulnerabilidad o riesgo de exclusión social.
Durante el confinamiento, nuestros/as profesionales del Proyecto Conviviendo continuaron atendiendo a las familias por teléfono y por videollamadas para continuar con el acompañamiento y las asesorías, pero todas las familias han manifestado que prefieren la atención presencial, ya que tener que ir al centro del proyecto con su hijo/a supone compromiso, responsabilidad y voluntad, factores que ayudan a que la intervención familiar sea útil y logre sus objetivos. Se ha observado que durante el confinamiento la mayoría de las familias han vivido una montaña rusa de emociones, con picos muy irregulares de tensión y conflicto en la convivencia, seguidos de momentos de calma y posteriormente vuelta a un pico de tensión, en ocasiones grave. Este tipo de situaciones se han dado más frecuentemente en las familias que llevaban poco tiempo siendo atendidas, mientras que las familias que llevaban más tiempo de intervención a sus espaldas se han mantenido más estables, expresando algunas de ellas que la situación del confinamiento ha puesto a prueba todo lo aprendido e incluso les ha unido más como familia.
En el primer caso, de las familias que lo han vivido con más dificultades, consideramos que en parte esto se debe a la falta de habilidades por parte de los familiares para manejar sus propias emociones y ayudar a que las demás personas del hogar manejen las suyas, especialmente los/as hijos/as. También se unen otros factores ajenos a las habilidades para resolver conflictos como por ejemplo si se convive con más personas o familia extensa, o el tamaño y el estado de la vivienda.
Si no se hubiese interrumpido la atención presencial, creemos que la convivencia habría sido más estable, ya que a lo largo del proceso de intervención socioeducativa y psicoterapéutica, las personas usuarias van aprendiendo a gestionar los conflictos y las tensiones de manera diferente a como lo venía haciendo antes, llegando a resolver de manera positiva el conflicto y recuperando el vínculo afectivo padres-madres/hijos/as, en ocasiones muy deteriorado. Por esto, es fundamental volver progresivamente a la atención presencial, para volver al ritmo de antes del confinamiento y también para trabajar en la prevención de posibles conflictos que creemos aparecerán con el ritmo del nuevo curso escolar. Este momento va a ser duro para los niños, niñas y adolescentes por volver a una rutina rígida con horarios estrictos y un ritmo académico que probablemente no todos/as puedan seguir fácilmente. De ahí la importancia de que los padres y madres puedan proporcionar un apoyo emocional y escolar a sus hijos/as. Sobre esto último, el nuevo Proyecto de Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia establece que “Se proporcionará el apoyo público necesario para prevenir desde la primera infancia factores de riesgo, reforzar factores protectores, así como apoyar la labor educativa de las familias. Así como, se promoverá el buen trato, la parentalidad positiva, la adquisición de competencias emocionales, de negociación y resolución de conflictos en base a la situación y necesidades de los progenitores, o en su caso, de las personas tutoras o guardadoras o acogedoras.” Y precisamente apoyar la labor educativa de las familias a través del trabajo con los padres/madres/tutores legales, es uno de los objetivos principales de nuestros proyectos de intervención familiar.
Además de ofrecer atención y formación sobre parentalidad positiva y pautas de crianza, desde la Plataforma de Infancia de España consideramos fundamental ofrecer recursos a niños, niñas y adolescentes, adaptados a su edad y madurez, en gestión de las emociones y de los conflictos. Estos aspectos son de enorme relevancia en el día a día, más aún en una situación excepcional de confinamiento o de transición a una nueva normalidad, debido al nº de horas de convivencia en el hogar. Por eso, la iniciativa Familias en Acción del Proyecto Conviviendo se ocupa exactamente de proporcionar herramientas a padres, madres, pero también a sus hijos/as, para lograr una correcta y sana gestión de las emociones, para evitar o minimizar los conflictos del día a día en el hogar, y para acompañar y ayudar a las familias a establecer pautas educativas adecuadas, tales como el reparto de tareas domésticas, la definición o modificación de las normas, etc. incluyendo aquí el tema del uso de internet y de las nuevas tecnologías en general, que origina muchísimos conflictos e incluso puede derivar en verdaderas adicciones en niños, niñas y adolescentes.
Junto a las necesidades detectadas, cabe destacar el aumento de la demanda de atención psicológica. Durante el confinamiento hemos recibido solicitudes de apoyo emocional y psicológico por parte de familias que antes se mostraban reacias a este tipo de acompañamiento, y solo querían que fueran atendidos sus hijos/as. Y ya durante la desescalada, hemos recibido un nº mayor de solicitudes por parte de nuevas familias, por lo que se hacen necesarios servicios profesionales y especializados para padres y madres.
Esta crisis nos ha mostrado los efectos negativos que sufrirían las familias que atendemos si dejaran de funcionar servicios gratuitos y recursos de atención familiar, debido al retroceso en los avances logrados en el proceso de integración social y participación comunitaria en familias y jóvenes en riesgo de exclusión social. Al interrumpir las acciones de los centros juveniles, de día y de intervención familiar, las mejoras que muchas de las personas atendidas han logrado en su proceso de integración en la sociedad y en su percepción del mismo, se están viendo frenadas o incluso disminuidas al perder el contacto con el entorno más cercano.
Para dar respuesta a esta realidad, nuestros proyectos dirigidos a familias, y los centros de acogida de niños, niñas y adolescentes o de cumplimiento de medidas judiciales que realizan intervención familiar, trabajan: