Una de las preguntas que más suele hacernos la gente a los educadores sociales que trabajamos con menores es: ¿y conseguís ayudar a los niños? Lo cierto es que es una buena pregunta, ya que nosotros mismos nos la hacemos constantemente… Podría decirse que, entre otras cosas, nuestra profesión consiste en acompañar procesos de cambio, no sólo porque nuestros chicos y chicas tengan dificultades a superar, sino porque infancia y adolescencia son sinónimos de evolución.
Un día escogimos desempeñar esta labor porque creemos en las personas y nos gusta estar a su lado planteándoles retos y luchando con ellas para alcanzarlos. Desafortunadamente, por mucho que nos esforcemos, nuestra ayuda no siempre es bien recibida o aprovechada, pues hay muchos chavales que experimentan fuertes resistencias, falta de motivación e incluso beneficios secundarios de la situación que están viviendo.
Cuando vemos que un chico o chica no avanza, se queda estancado o incluso retrocede, y no conseguimos lo que queremos, afloran en nosotros una gran cantidad de sentimientos, entre ellos la frustración. Ésta puede llevarnos por dos caminos muy distintos: el del estancamiento y el de la creatividad. Si nos adentramos en el primero, caemos en el enfado, la inseguridad y el inmovilismo ante nuestra supuesta falta de recursos. Si decidimos transitar el segundo, no nos conformamos, aprendemos de los errores y lo intentamos por otro lado. Dado que a veces caemos en el estancamiento y que ello nos perjudica tanto a nosotros como a nuestros educandos, tenemos que comprender que la frustración forma parte de la vida y de nuestra profesión, que no podemos evitarla, pero sí aprender a gestionarla mejor y superarla.
Para ello, aunque en teoría conocemos bien las pautas a seguir, ya que se las repetimos continuamente a los chavales, no está de más recordárnoslas a nosotros mismos, y una vez más plantearnos una serie de cuestiones: ¿Estoy descargando mi frustración en los chavales/as? Si es así, ¿qué voy a conseguir con ello? Es muy importante controlar nuestros impulsos y valorar las consecuencias de nuestros actos. ¿Lo que está pasando es realmente grave o simplemente no es lo que me hubiera gustado? ¿Qué es fundamental en este momento? Conviene diferenciar entre deseo y necesidad.
MAR VIZCAÍNO CORTÉS. Equipo educativo del centro de acogida de menores La Salle-Amigó (Fundación Amigó). Paterna. Valencia.
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