Del 28 de abril al 1 de mayo hemos celebrado en el Seminario San José de Godella el IV Encuentro Interdiocesano de Infancia y Juventud, organizado por la Comisión Episcopal de Migraciones y la Secretaria de Inmigración de la Archidiócesis de Valencia. Participamos un total de 183 personas, procedentes de proyectos de diversos lugares de nuestro país: Gijón, Getafe, Madrid, Melilla, Albacete, Barcelona, Valencia, Elche, Orihuela, Huelva y Valencia.
Con el lema “Escuchando vuestra voz de Esperanza”, que guiaba y orientaba el sentido del encuentro, creamos entre todos un clima de encuentro y amistad, favorecido por la gran acogida de nuestros anfitriones, que habían preparado todo con sumo cuidado y entusiasmo. Los grupos fueron llegando a lo largo de la tarde del viernes, ya que algunos venían de recorrer grandes distancias. La velada del viernes fue un primer momento de encuentro e integración, donde todos estampamos nuestras manos en la pancarta preparada por nuestros compañeros de Valencia. Comenzábamos a sentir el espíritu de encuentro que permaneció con nosotros durante toda la convivencia.
Varias eran las actividades programadas, algunas de ellas nos sorprendieron gratamente por su originalidad y creatividad. La mañana del sábado estuvo dedicada a talleres preparados por nuestros compañeros de Albacete: juegos deportivos, de integración grupal, manualidades, donde todos participamos activamente, unos con otros con independencia del lugar de origen. Afortunadamente el tiempo estuvo a nuestro favor, a pesar de que durante el día amenazase lluvia, las pocas gotas que cayeron apenas interfirieron en la dinámica del encuentro.
Después de comer nos dirigimos en autobús a la Albufera de Valencia. Visitamos el mirador de la Albufera e hicimos una pequeña senda ecológica a través de un bosque Mediterráneo con variedad de plantas y olores, más intensos si cabe por haber llovido los días anteriores. Finalizamos en la playa donde algunos atrevidos se dieron un chapuzón, y otros participamos en los juegos que había preparado el grupo de Madrid y Getafe con nuestro compañero José Antonio Salán. Una vez de regreso, tras las duchas y la cena, disfrutamos de la velada y los juegos amenizados y organizados por el grupo de Gijón.
El domingo amaneció alegre, pleno de sol, y con un despertador muy peculiar; una espectacular traca a lo valenciano, acompañada de música fallera. Toda una dosis de energía y vitalidad para comenzar el precioso día que se nos presentaba por delante. Durante la mañana ensayamos los números de baile para el festival y celebramos la eucaristía, preparada por nuestros compañeros de Orihuela, donde dimos gracias a Dios por el encuentro y todo lo que nos estaba regalando. Los compañeros de otra confesión religiosa nos acompañaron también.
Por la tarde realizamos una ruta turística por el centro de la ciudad de Valencia, conocimos de primera mano la cultura de ésta región, con sus fallas, falleras con su traje tradicional y peinado, música tradicional, con tambor y dulzaina en directo, bailes populares, gastronomía y la muixeranga. Hasta nos atrevimos a formar nosotros una. Continuamos con un paseo y merienda a lo largo del cauce del río Turia, para finalizar en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, donde también nos hicimos la gran foto de grupo para el recuerdo.
Por la noche disfrutamos del Festival Juvenil, donde cada uno de los grupos participó con bailes, canciones, representaciones diversas, etc. Fue el momento de los niños y niñas, donde ellos eran una vez más los protagonistas de ésta gran fiesta. Cantamos y nos divertimos hasta el momento de apagar las luces y retirarnos a descansar.
El lunes fue el día de la despedida. Tras la experiencia del encuentro, la despedida resulta siempre difícil, pero todos nos fuimos con el sabor de haber vivido una experiencia grande de unidad, de haber dado la posibilidad a los niños y niñas de vivir una experiencia única, de conocer otro lugar diferente, de respirar aire nuevo, de conocer a otros niños y niñas de otros lugares, a asombrarse con los inesperado y la sorpresa…
Sin duda que todos quieren repetir, así que nos volveremos a ver el próximo año. Como suele suceder, con la participación de niños y niñas procedentes de un mayor número de lugares de España, y en un lugar que aún desconocemos, aunque sí estamos convencidos de que será el lugar idóneo y nos sorprenderá a todos.
Agradecemos a todos los que han hecho posible este encuentro. A los benefactores por su aportación económica, a los monitores voluntarios por su tiempo, cercanía y buen trabajo. También a los compañeros de la Fundación Amigó, especialmente a Rafael Yagüe y a todo su equipo, por el excelente trabajo y organización, por hacernos todo tan sencillo, por la gran implicación y sobre todo por hacernos sentir realmente acogidos. A la congregación de los Religiosos Terciarios Capuchinos por permitirnos utilizar sus instalaciones. También al Secretariado de Inmigración de la Archidiócesis de Valencia, y en especial a los referentes diocesanos que con tanta entrega y profesionalidad han preparado y coordinado los grupos y a los monitores.