Carmen tiene 64 años y desde hace algo más de un año es voluntaria en el Centro de Día y Kanguroteca Luis Amigó. Ha trabajado durante veinte años como secretaria de dirección y durante otros veinte años en un hospital. Cuando se jubiló decidió aportar sus conocimientos y su experiencia ayudando a niños y niñas en riesgo de exclusión social.
Ella conoció Fundación Amigó a través de una amiga suya que conocía a una antigua voluntaria. Los lunes y los miércoles por la tarde acude al centro para realizar actividades de refuerzo escolar y ocio saludable con los niños, niñas y jóvenes que atendemos.
“Yo tenía muy claro que quería hacer un voluntariado para ayudar a niños y niñas. Para mi es una alegría, a mí me enriquece y me produce una gran satisfacción. Yo recomendaría realizar un voluntariado a todo el mundo”.
Carmen es una de las más de 150 personas que durante este año han colaborado con Fundación Amigó, atendiendo junto con nuestro equipo educativo a personas en riesgo de exclusión social. Todas las personas voluntarias de Fundación Amigó trabajan de manera desinteresada aportando lo mejor de sí mismos.
Existen ocasiones en las que dar las gracias no es suficiente para reconocer el trabajo de las personas que ofrecen su tiempo, sus conocimientos, su dedicación y su compromiso de manera desinteresada para mejorar nuestra sociedad. Por ello hoy queremos dedicar este artículo a todas las personas voluntarias de Fundación Amigó, porque no existen palabras suficientes para agradecer su labor.