Llegamos a la mitad del año en el Proyecto Conviviendo y con el paso de estos meses también llega el verano. Un período que deberíamos abordar con ilusión, aunque con unas expectativas realistas. Nuestras familias han trabajado mucho los últimos meses y sin duda eso se verá reflejado durante las vacaciones, si bien, pese a tratarse de un periodo de relax, no debemos intentar solucionarlo todo en este momento, sino continuar construyendo lo que se empezó en invierno.
Con el verano aumentan las horas de convivencia y, si bien el dicho dice “el roce hace el cariño”, mucho tiempo juntos también aumenta el número de conflictos por mera probabilidad. ¿Cómo abordamos esos conflictos? Con naturalidad, sin otorgarles más importancia de la que tienen, resolviéndolos a través del diálogo y la negociación e intentando evitar que eclipsen nuestras vacaciones. Aceptar el hecho de que es probable que los conflictos aumenten facilitará que pongamos en marcha estrategias para minimizarlos y evitar que arruinen nuestro descanso. Resolvamos el conflicto y sigamos hacia adelante, no nos anclemos en el problema y no repitamos pensamientos negativos una y otra vez. No lo saquemos a colación a cada minuto. Centremos nuestros esfuerzos en resolverlo y continuar.
Durante las vacaciones toma fuerza lo que ya existe de base: si existen conflictos se potenciarán, por lo que tenemos que prestar especial atención durante este periodo. Poner en práctica aún más si cabe las pautas que ya se conocen y aumentar las capacidades personales, la tolerancia, y la gestión emocional. Afrontemos las vacaciones como un periodo más del año, adaptando nuestras expectativas a la realidad. Hagamos las maletas con el objetivo de disfrutar pero sin fantasear con maravillas inalcanzables. Dejemos que las actividades vayan surgiendo, no intentemos abarcar más de lo que podamos y si nos queda algo por hacer, será un motivo perfecto para regresar.
Ya que es el momento del año en el que pasamos 24 horas junto al resto de la familia, aprovechemos para hablar de esas cosas de las que menos hablamos durante el año. Olvidémonos por un momento de los estudios, el trabajo, lo problemas cotidianos, etc. Y centrémonos en interesarnos por el otro, por lo que siente, por lo que anhela, por aquellas cosas que podríamos hacer para mejorar la relación familiar. Reconozcamos errores, hagamos críticas y aceptemos las que nos hacen. El mejor tiempo en familia es en el que se comparte, y no sólo a través de ocio diferente, de horas al sol o de comilonas en la playa, sino a través de la palabra: comunicarnos con el de enfrente venciendo el miedo a hablar, el temor a decir cosas positivas del otro.
Por otro lado, mucho tiempo libre puede resultar tedioso. Por ello debemos planear actividades al gusto de todos. Estas actividades deben ser placenteras, y por tanto no hacerlas por obligación. Por ello, el planearlas en familia puede ser un buen comienzo.
La mayoría de familias que acuden al Proyecto Conviviendo han puesto mucho esfuerzo en llegar a este momento en la mejor situación posible. Por ello, asumir el periodo vacacional para coger fuerzas y como una oportunidad para acercarse a la familia, hará que se llegue en condiciones óptimas para continuar con el trabajo familiar en septiembre.
¡Felices vacaciones!
Irene Gallego