Carlos (47 años) y Rosario (27) viven en Torrelavega (Cantabria). Tienen 5 hijos. Carlos llegó a España procedente de República Dominicana, hace 10 años. Hoy trabaja como técnico sanitario, pero desde hace meses tiene embargada su nómina. Nos abren generosamente las puertas de su hogar para contarnos su historia.
Un piso ubicado en el humilde barrio obrero “Covadonga”, amueblado con lo imprescindible para vivir. Las paredes desnudas muestran los miles de garabatos de los chicos. “A los niños les hace falta unos libros. Le dije a la profesora que con lo poco que gano, no me llega”; nos cuenta Carlos con la impotencia grabada en la mirada.
Carlos y Rosario han acudido a Servicios Sociales en busca de ayuda. Apenas cuentan con ingresos para pagar el alquiler de su casa o la factura del agua y la luz. En los últimos meses, reciben la visita de una educadora social y pedagoga de la Fundación Amigó. “Los niños ya saben las normas. Nos da pautas para educar a los niños y nos orienta en la convivencia diaria. Antes terminábamos tan agobiados que les chillábamos mucho”, reconoce Rosario.
Sara les visita al menos una vez a la semana. Trabaja con ellos habilidades sociales, pautas educativas para los hijos y lleva a cabo el seguimiento de su evolución. Como la familia de Rosario, Sara trabaja con al menos otras 4 de la ciudad que viven en una situación similar a la de Carlos y Rosario. “Hasta sus profesores han notado la mejoría”, afirma orgullosa la madre de los niños.