Existen factores de riesgo a los que se deben prestar atención. La falta de hábitos o la pérdida de los mismos, es un indicador que puede derivar a largo plazo en violencia. Los padres y madres deben prestar atención a que su hijo/a tenga una vida estructurada, con ocio saludable y hábitos. Por lo que se deben supervisar estos aspectos y reforzarlos. En este punto, prestar atención a las conductas positivas, alabando su ejecución, facilitará que se repitan en el futuro. Asímismo, se deben fomentar comportamientos afectivos entre los diferentes miembros de la familia, así como una buena comunicación y preocupación por los problemas del hijo/a. Ya que, aunque en ocasiones puedan parecer nimiedades a ojos de los/as adultos/as, facilitan la expresión emocional de los/as menores y la gestión de la frustración.
A la hora de acompañar a nuestro hijo o hija en su crecimiento y maduración, así como en su correcta socialización, debemos tener en cuanta tres aspectos fundamentales a partir de los cuales nuestro equipo educativo ha elaborado un decálogo que permita guiar nuestras acciones.
1. AFECTO: A través de nuestras acciones debemos ser capaces de transmitirles que es importante para nosotros, aunque en ocasiones cuestionemos cosas que hace.
2. COMUNICACIÓN: Debemos aprender a comunicarnos con nuestros hijos e hijas de manera adecuada, dando importancia a la expresión de lo positivo.
3. DISCIPLINA: La educación no puede estar exenta de límites. Las normas educan, guían y dan seguridad a nuestros hijos/as.